Lo que hay detrás de un cabaret
Os voy a contar una pequeña historia personal:
Hace poco, mi madre se mudó, por lo que me tocó hacer filtro de todas esas cosas que guardaría para mi nueva habitación, y de cuáles debería despedirme. Ante mí tenía una caja de cartón desvencijado y una bolsa de basura negra, y procuraba no pensar mucho mientras iba llenando ambas, pero vacile un momento, cuando encontré las viejas y empolvadas resonancias y radiografías de mi rodilla y tobillo: una sin meniscos ni medio tendón, y el otro con artrosis y calcificaciones (ambas dolencias sumamente desaconsejadas para un deportista de impacto).
Durante un rato sostuve esas imágenes al contraluz de la ventana y reflexioné sobre lo que significaban para mí. No solo eran documentos que tal vez algún día me podrán ser útiles para una revisión médica, sino que representaban un reto que me acompañará de por vida, pues tanto la gimnasia, como el espectáculo (además de la escritura) son como esa bocanada de aire que necesito contener en los pulmones para poder bucear, un poco más, en la piscina de la plenitud y la satisfacción.
Quité las negras fotos del contraluz y apunté con ellas hacia la bolsa de basura: no quería tener algo que me recordara mis "problemas" físicos.
Pero entonces pensé...
Que aunque parezca contradictorio, me sería difícil tener energía para el resto de tareas cotidianas sin esos entrenamientos que me hacen volver a casa dolorido y agotado, sin los los ensayos interminables y los gritos de Nacho para que espabilemos de una vez; la emoción cuando aprendemos algo nuevo o perfeccionamos un movimiento antiguo. Las risas, los malos días, los buenos días; los grititos de miedo cuando vemos a alguien caerse y los suspiros de alivio, cuando conseguimos hacer algo peligroso sin peligro...
Con los dedos apunto de abrirse sobre la triste basura, todo eso se agitó dentro de mí como un cóctel bien cargado. Pero la decisión final me vino con la excitación de pensar que ese bebistrajo no se encontraba en una copa sólida y brillante, sino en una resquebrajada, imperfecta y auténtica. Y me sentí orgulloso de ella, pues hacía que cada sorbo fuera aún más especial.
Tanto, que he querido prepararos una pequeña y divertida degustación de ese cóctel.
Muchas gracias a todos mis compis, al Club Acróbatos y a Sala Danzate por ser unos ingredientes tan sabrosones.
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¡MUCHAS GRACIAS!
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