Sobregozando los Picos de Europa
La aventura comenzó a las 14:00 de un viernes de sol y buenos aromas. Tras cuatro horas en coche hasta Madrid, pasar la noche, y otras cuatro horas y pico, llegamos a Potes y nos alojamos en el Hotel del Oso. Tanto el pueblo como el hotel son de un encanto cautivador, todo piedra, musgo y aire fino. El viaje se puso un filtro muy Disney cuando en la entrada el hotel nos recibió, con mucha calma, esta mítica pareja que ya es bien querida por los montañistas habituales del lugar.
Era nuestra primera vez en Cantabria, y los objetivos principales del viaje eran dos: despejarnos todo lo posible y comer y beber todo lo posible. ¡Ay! Los cocidos de pueblos perdidos en fríos picos montañosos, los vinos norteños, manzanas auténticas de sabor exquisito y su sidra recién hecha; cervezas heladas que parecen de otro planeta después de haber subido 900 metros bebiendo simple agua, el queso mohoso de Bulnes, tan fuerte que es difícil dejar de comerlo; Y los San Jacobos rellenos de queso y jamón serrano. ¡Ay! Esos sí que eran pecado. El aire limpio y oxigenado de las montañas verdes, las carcajadas entre familia y amigos, los cánticos a voz pelada a la vera de un precipicio y desventuras por el río; los cuadriceps ardiendo por las empinadas cuestas de Tresviso y los concursos de talento.
La apertura mental.
El permitir a la vista expandirse a placer en la lejanía con la única limitación del propio ojo, y no de los mismos edificios de siempre o el humo de los coches. Un placer poco cotidiano.
En definitiva, unos días trabajando duro en nuestro desatendido compromiso con la felicidad.
En el vídeo se puede ver en más detalle cómo nos dejamos la piel trabajando en eso.
Podéis ver más fotos de paisajes nevados y comidas riquísimas en nuestro instagram y facebook.
Seguidnos en nuestro canal de Youtube para más vídeos de viajes y de cualquier cosa!
Dejar un comentario
Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la Política de privacidad de Google y los Términos del servicio.